Una experiencia Funbici. Así lo vivió José Antonio Moreno!

RUTA: Circular: Alicante – Aspe – Hondones – Albatera – Catral – Santa Pola – Alicante
Km: 137
FECHA: 6 y 7 de Abril de 2021
PARTICIPANTES: José, Dorado, Mario, Fran y José Antonio
Texto: José Antonio Moreno
Imágenes: Fran, Dorado y José

Mi encuentro con Funbici.

Hace ya unos meses que sigo por las redes a FUNBICI porque me parecía excelente todo el trabajo que estaban haciendo en el mundo del cicloturismo. Ya me hubiera gustado hace años, cuando empezaba, disponer de una décima parte de toda la información que Funbici nos regala desde sus plataformas.

Hace unos días me invitaron a acompañarles en esta ruta, una ruta que, aunque se desarrollaba por comarcas que conozco, esto me pareció lo menos significativo ya que se trataba de conocer gente con mis mismas inquietudes, el itinerario realmente quedaba en un segundo lugar. Por ello no tenía ninguna duda de que tenía que conocerlos y la ruta que detallo es la primera que realizo con ellos, un viaje del que quiero trasmitiros mis sensaciones y lo vivido personalmente con mis compañeros, José, Fran, Mario y Dorado.


6 de Abril de 2021 (Primera Jornada – 83km.)

Alicante – Rebolledo – Aspe – Hondón Frailes – Albatera – San Felipe Neri
Empezamos la ruta. Me uní a ella a los veinte kilómetros de comenzada, un compromiso me impidió salir con el grupo desde Alicante y los intercepté ya camino de Aspe. Desde el minuto uno, consiguieron hacerme sentir cómodo pedaleando como uno más en medio de un grupo variopinto encabezado por José, el alma de Funbici, Mario, experto informático, (imprescindible hoy día para un proyecto de este tipo), y Fran, inspector y evaluador de nuevas rutas que, junto con Dorado, desarrollan esta importante labor desde el anonimato pero con absoluta constancia y seriedad, casi como si les pagaran por ello.

Pedaleamos por la falda Este de la sierra del Tavallar, una zona situada en el entorno del pantano de Elche que resulta realmente árida y que sería recomendable evitar en verano. Hoy, los veintiséis grados de temperatura ya nos lo va recordando. Pero esta salida es especial y tan solo importa la charla, conocer a mis compañeros y dejarme llevar cómodamente por los tracks que todos llevan en sus móviles.

Cerca de casa y paisajes de postal.

Aunque pedaleo cerca de casa, me sorprende la cantidad de atajos y senderos que mis guías conocen y que me permiten, por momentos, imaginarme en lejanos lugares de verdes paisajes, algo que ocurre camino de Aspe, siguiendo el cauce del rio Vinalopó y su afluente Tarafa. A las imágenes me remito.

Llegamos a Aspe, justo para la comida.

Emerger en Aspe desde su río Tarafa y recorrer sus calles con mi grupo a lomos de nuestras bicis, (buscando “La Casita” para comer, todo hay que decirlo), me hace olvidar al Aspe que conozco, un pueblo en el que tengo varios amigos y al que me he desplazado decenas de veces. No podría haber encanto posible…pero no era cierto, y así lo percibía mientras recorría sus calles. Sabemos que los paisajes descubiertos con la bici siempre son más “reconfortantes” que hacerlo por otro medio, pero el caso de hoy y por lo que comento, sin duda me lo ha confirmado.

La esencia “Tortosiana” del viaje en bicicleta, nos marca de alguna manera y entre otras cosas, un camino minimalista y autosuficiente, algo no refrendado por ninguna ley pero que todos los que hemos seguido a Paco Tortosa en su biblia del cicloturismo “España en Bici” (editorial Integral 1992), hemos tomado como nuestra. Sea como fuere, y para “esencia del cicloturismo”, aquí esta Funbici, que vienen ahora (y yo los sigo con entusiasmo en este sentido), a marcar como punto de interés en sus tracks, todo aquel bar o restaurante que ofrezca un buen menú a un módico precio. La charla, el refrigerio y el descanso, justifican sobradamente estos “pecados” y huelga decir que bromeamos al respecto ya que respaldar cualquier ruta con todo tipo de información de interés que ayude a enriquecer la ruta, es justo la labor de Funbici y rara es la salida en la que no están actualizando datos de este tipo que haga más cómoda y accesible la ruta.

Camino de Hondón de los Frailes.

Salimos de Aspe por secundarias y empezamos a acusar los primeros repechos. Dejamos el primero de los Hondones atrás y nos acercamos a la falda Noroeste de la sierra de Crevillente donde nos encontramos, ahora si, con las primeras subidas “serias”, puntos en los que Fran y Dorado aprovechan para hablarnos de las bondades de las bicis eléctricas (que ellos llevan). El resto nos miramos y en estos momentos de sufrimiento, murmuramos “cuanta razón tienen”. Sin duda un tema para dedicarle un reportaje completo y a continuación guardar para siempre el “España en Bici” de Tortosa.

El camino resulta especialmente bonito por esta vertiente de la sierra en esta época del año, una primavera que está resultando especialmente lluviosa (mañana lo comprobaremos) y que esta tierra de índice pluviométrico bajo, aprovecha y exprime como ninguna. La amena charla, las bromas y el espectacular paisaje de este tramo, hacen que las piernas vayan solas y sin darnos cuenta llegamos a Hondón de los Frailes, en el que aprovechamos para hacer un pequeño avituallamiento.

Subida al puerto y bajada hacia Albatera.

Esta carretera nos eleva hacia un pequeño puerto de 495m para luego bajar vertiginosamente hacia este pueblo de la Vega Baja. La bajada, con tramos realmente peligrosos y algunos sin arcen, no ha podido pasar el filtro Funbici y por consiguiente queda fuera de sus rutas publicadas en la web.

El último tramo de la jornada nos lleva llaneando hasta el lugar de pernoctación, un acogedor lugar entre pinos y palmeras muy cerca de la pedanía crevillentina San Felipe de Neri, un área con agua y bancos que nos dará la tranquilidad y comodidad necesaria para recuperar fuerzas para la ruta de mañana.

7 de Abril de 2021 (Segunda Jornada – 51km.)

San Felipe Neri – Santa Pola – Alicante

Una noche para olvidar por lo que a mi respecta. Nunca he conseguido acostumbrarme a los sacos “momia” (soy más de mover las piernas libremente) por lo que ya parto con ese plus de incomodidad que ello comporta, con lo que no contaba era con el viento que se levanto a media noche y que obligo a reajustar cordinos en algunas tiendas. Tampoco contaba con el pájaro que se acomodó en un pino y no paro de hacer sonidos hasta que me levante a intentar animarle a que se fuera. Y por supuesto, tampoco conté con la explosión de mi almohada hinchable que sentenció la noche: soy incapaz de dormir con la altura de la cabeza desajustada, y más todavía con el sonido de fondo de algún compañero que indica que él, sí lo está haciendo plácidamente. Lo dicho, noche para olvidar.

En cualquier caso, reencontrarte por la mañana con la cara de los compañeros y bromear sobre estas anécdotas en el desayuno, no tiene precio. Una vez recogido el campamento, salimos pedaleando hacia Santa Pola. El moderado viento de levante que tenemos, nos anima a variar la ruta que inicialmente teníamos hacia Guardamar.

Camino de Santa Pola pasando por el Parque Natural del Hondo. Realmente es un regalo este tramo que realizamos por estos humedales, (protegidos por la Generalitat Valenciana) y que nos proporcionan unos agradables kilómetros rodeados de naturaleza y de bellos flamencos que podemos ver desde mimetizados observatorios que encontramos en la ruta.

El resto de la ruta hacia Santa Pola, se desarrolla por carretas locales de escaso tráfico y de caminos abiertos al carrizo en las inmediaciones del Parque Natural de las Salinas de Santa Pola, caminos de solitario y silencioso pedaleo que nos aísla de la concurrida Vereda Sendres, muy cerca de nosotros.

Llegamos a Santa Pola, justo para comer. Vamos directo a “El Duque”, un acogedor restaurante en el que vamos a reponer fuerzas para continuar hacia Alicante. Durante la comida empieza a llover, y realmente pensar en bici en estos momentos, recién comidos, cuesta. Valoro la opción de volver para mi casa (son veinte minutos) o seguir hasta Arenales y pedir retorno en coche a mi mujer desde allí. Es una opción que no quiero plantearme salvo que diluvie, sino ya lo que faltaba: comida en restaurante y vuelta en coche. Aunque la edad compite con mi ética, aún queda algo de ella y decido seguir la ruta pedaleando todo lo que pueda.

Fin del viaje. Finalmente, la amena charla con los compañeros y las poses para las fotos que Fran y Dorado con su infinita paciencia y bajo la fina lluvia son capaces de hacer, consigue que los kilómetros hasta el apeadero de San Gabriel en Alicante, pasen de forma amena y hasta divertida en un día que, si tengo que pedalear solo, probablemente ni me hubiera movido de casa. Es la magia y el placer del cicloturismo en grupo, que llegas calado al destino pero feliz y contento. Gracias, Funbici, Pedalear con ellos, me ha permitido conocer un equipo de personas extraordinarias, con objetivos claros y con unas ganas inmensas de acercar el cicloturismo de manera fácil y atractiva, a todo el que pueda sentir interés por este “cicloturismo sosegado, poético y sensual”.